La Real Academia Española de la Lengua define el amor como “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. O como un “sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”.
Partiendo de esta definición podemos afirmar que el ser humano necesita amar y sentirse amado para ser feliz, y las personas mayores no son una excepción.
El amor en las personas adultas mayores puede ser muy variado. Ya que pueden darse distintas posibilidades dependiendo de las circunstancias personales de cada uno. El amor puede ser tanto de un matrimonio anciano de muchos años o también de amores conocidos ya en la edad adulta tras una separación, divorcio o viudez.
Aun hoy en día es muy frecuente encontrarse con matrimonios de ancianos que llevan más de 30 o 40 años juntos y sin problemas de convivencia. Se puede afirmar que aproximadamente la mitad de las parejas que pasados los 65 años no han enviudado mantienen una relación satisfactoria. Pasada gran parte de su vida juntos, estos matrimonios se conocen a la perfección, y adquieren con el transcurrir de los años una relación cordial y sensata, con altas dosis de paciencia y compresión. Son amores serenos, amores que toleran las peculiaridades y rarezas de su pareja. Son amores realistas y que ven los defectos y manías del otro con naturalidad. Y amores basados en el conocimiento prácticamente total de los gustos y peculiaridades de sus parejas. Amores que han pasado contrariedades, disgustos y muchas veces infidelidades, pero a pesar de todo siguen juntos.
De las parejas que no han enviudado tenemos enfrentado a este grupo, el grupo de las que se han separado o divorciado. Muchas parejas no llegan a la jubilación estando juntos. Las dificultades de la convivencia y las circunstancias de la vida en muchos casos llevan a la soledad a edades avanzadas. En muchos casos, el síndrome del “nido vacío” provoca crisis matrimoniales serias. Estos matrimonios ya no necesitan la unión para el cuidado de sus hijos y afloran las diferencias. Muchos adultos han estado toda una vida “aguantando” por los hijos y cuando estos faltan ya no tiene sentido la relación. La separación puede ser una situación muy negativa y dolorosa para una o ambas partes.
En el peor de los casos la soledad llega tras la viudedad. Uno de los dos miembros del matrimonio fallece y el otro tiene que afrontar la última etapa de la vida solo. Estadísticamente hablando, las mujeres quedan viudas antes que los hombres, por lo que hay muchas más mujeres solas que hombres. Esto es debido a que las mujeres suelen tener una esperanza de vida mayor.
Tras estas situaciones de desamor y soledad, ya sea por el motivo que sea, muchos ancianos sienten la necesidad de amar y sentirse amados, por lo que buscan nuevas relaciones. Los hombres tienden a llevar peor la soledad por lo que buscan con más interés una nueva pareja.
Tradicionalmente de los adultos se esperaba que no rehicieran sus vidas. No estaba socialmente bien visto volverse a enamorar. Hoy en día estos tabúes están superados y ya se acepta que los adultos conozcan del amor tardío. Amor que sin lugar a dudas es sumamente beneficioso, ya que aporta serenidad y felicidad a quien lo vive. Los ancianos pueden tener una gran familia y muchos amigos, pero a veces necesitan compartir experiencias e intimidad con una pareja, lo que les hará mitigar el sentimiento de soledad.
En otros casos, hay personas que han pasado la mayor parte de su vida sin pareja. En general es por que no han conocido a la persona apropiada, pero también ha podido ser por exceso de responsabilidades laborales o familiares. Muchas veces pasados los 65 años ya sin las ataduras laborales o de cuidado de familiares tienen esas oportunidades de conocer gente que no tuvieron de jóvenes y comienzan a buscar el amor. Hay muchas personas que a estas edades es cuando empiezan a encontrarse solas y buscan alguien con quien disfrutar de la vida y compartir experiencias.
El amor siendo mayor puede ser muy beneficioso ya que se tiene una persona para compartir el tiempo y evitar la depresión de la soledad. El amor puede cubrir los huecos que la familia y los amigos no pueden llenar. Los hijos y nietos van haciendo sus vidas y no disponen del tiempo que los mayores quisieran y un compañero de viaje en esta etapa de la vida es enormemente positivo. Puede ser alguien que nos ayude en caso de necesidad, y alguien con quien compartir experiencias y recuerdos.
Los adultos viven el amor de otra manera, ya no es el amor apasionado y loco de la juventud, es un amor diferente. Aun en el caso de no haber tenido una relación anterior el comenzar un romance en la vejez puede ser gratificante. Todo en esta vida se puede aprender, y el amor no es una excepción. Con los años se aprende de los errores y crece en respeto y solidaridad. Una pareja anciana puede ser muy dichosa y una fuente de apoyo y felicidad. El amor pasional de la juventud se transforma en un amor racional y sereno, un amor que puede dar sentido a las vidas de muchos mayores en la última etapa de su vida.
Formamos parte de un mundo en el que las nuevas tecnologías son fundamentales, y son algo con lo que convivimos a diario sin apenas darnos cuenta. Los avances tecnológicos nos han llevado a una sociedad en la que nos movemos con productos cada vez más complejos y con más funcionalidades. Los avances tecnológicos son de uso generalizado por la mayor parte de la población, sobre todo en los más jóvenes.
Las personas mayores no deberían quedar aisladas del nuevo mundo del progreso, pero las características de este sector de población, llevan a ello involuntariamente. Los mayores de 65 años a lo largo de los años han pasado de una época en la que no había prácticamente ni un solo objeto tecnológico en sus vidas (frigorífico, lavadora, televisión, teléfonos móviles), a otra en la que estamos inmersos en un mar de aparatos modernos para facilitarnos la vida.
En muchos hogares, la mayor parte de los miembros de la familia cuenta con un teléfono móvil, y el mercado nos ofrece numerosos avances tecnológicos de interés, ya sean ebooks, tablets, televisiones inteligentes, mp4, smartwatchs, smartphones, videoconsolas, gafas de realidad virtual, cámaras de visión panorámica, GPS, ordenadores portátiles, USB, drones y robots de todo tipo, etc. Y como no, Internet, ya sea por cable, fibra o por WIFI.
Todos nosotros hemos escuchado a nuestros padres y abuelos hablarnos de cuan diferentes eran sus vidas en relación a las nuestras. De cómo nuestras abuelas lavaban la ropa a mano, de cuando solo había un teléfono en todo el pueblo, o de cuando tuvieron su primera televisión en blanco y negro y con solo dos canales. La vida de nuestros mayores distaba mucho de la que viven los niños del presente. Cualquier niño maneja todos y cada uno de los avances tecnológicos automáticamente, sin apenas pensar, pero para un adulto la mayor parte de las novedades en este campo se convierten en un desafío difícil de superar.
Para una persona de edad avanzada el conocimiento sobre estas materias es muy importante dado que su uso es cada vez más frecuente y de no tener ciertos conocimientos básicos se ven abocados a depender en todo momento de otras personas para realizar estas tareas. El uso de las nuevas tecnologías se está implantando en muchos ámbitos de la vida diaria. Muchas operaciones bancarias se pueden realizar hoy en día por Internet, sin moverse de casa, y en muchos supermercados se está implantando el pago automático sin personal que manejen dichas máquinas.
La manera en la que todos estos avances pueden ayudar a los ancianos es objeto de estudio, ya que todo esto, bien empleado, implica grandes ventajas para las personas de la tercera edad. Muchos mayores ni siquiera ven utilidad en la mayor parte de los productos disponibles, y de hecho en su mayoría, no les son útiles dada su forma de vida. La sencillez en sus rutinas, y el ser personas de costumbres muy fijas, hace que ni se planteen introducirse en lo que consideran un complejo mundo.
En este sentido, algunos ayuntamientos organizan cursos destinados a estos adultos. Estos cursos o talleres están enfocados a enseñarles todo lo posible sobre estos nuevos recursos tecnológicos, para que puedan sacarles provecho. Y en ocasiones, orientados también a que adapten estos equipos a las dificultades de uso que sufren estas personas por sus limitaciones físicas, como problemas de vista, oído o movilidad.
Los nuevos medios tecnológicos pueden ayudar mucho, y los mayores deben ser conscientes de ello. Uno de los aspectos más importantes, es el conocer las grandes posibilidades que les puede ofrecer el Internet. Esta herramienta tiene como factor más relevante la gran capacidad que tiene como medio de comunicación y de acceso a información. El Internet puede llevar a estas personas a comunicarse con miembros de la familia que viven lejos o a establecer amistades en la red. Además de los aspectos comunicativos, las posibilidades son enormes, desde leer la prensa, ver videos o escuchar música, hasta buscar información de cualquier tema.
Los avances son constantes en todos los ámbitos de la vida diaria y la oferta tecnológica inmensa. Por todo ello, los mayores cada día tienen más interés en ponerse al día. A su vez, a este interés se suma la inquietud de las dificultades del nuevo conocimiento y el miedo a no ser capaces a adaptarse. Muchos lo intentan por si mismos pero, esto es más frecuente en personas de edad menos avanzada. Los mayores necesitan ayuda constante para no olvidar lo aprendido y mucha paciencia, tanto en ellos como en las personas encargadas de enseñarles.
Un aspecto a tener en cuenta es la capacidad económica de acceso a estos medios. En personas como las de la tercera edad, de bajos recursos, es más complicado. La mayor parte de los objetos tecnológicos modernos y el acceso al Internet suponen un coste muy elevado para los mayores, por lo que en la mayoría de los casos desisten de actualizarse. Además la tecnología en general está dirigida a otros sectores de población. Las novedades en el mercado suelen estar enfocadas a compradores jóvenes, por lo que los mayores no se sienten atraídos por estos productos.
Hay muchas barreras para que la tercera edad se meta en el mundo tecnológico, pero a pesar de ello muchos lo consiguen, ya sea con cursos especialmente dirigidos a ellos o sistemas y dispositivos adaptados a su edad. Los mayores se van adaptando poco a poco a las nuevas tecnologías y el mercado y las instituciones se están dando cuenta de ello. Debemos pensar que a pesar de las complicaciones derivadas de la edad, nunca es tarde para aprender.